martes, 21 de junio de 2011

Un mecánico de bicicletas en kabul

El mecánico de bicicletas prefiere trabajar al sol, sentado en un cojín clavado a un pedazo de madera, con su pierna derecha estirada, la que no tiene pie, el que perdió hace años en ese instante en que la vida de un hombre cambia de dirección.



Abdul Hibib ha estado reparando bicicletas desde hace casi treinta años. Sus manos son rápidas y manipulan engranajes y se mueven entre los radios como si estuviera tocando el arpa. Por su lado ha pasado mucho caucho desgastado y una historia llena de conflictos. Mientras arreglaba bicicletas, su país caía de guerra en guerra. Sobrevivió a soviéticos y talibanes.
Todavía hay montones de problemas, pero hoy nada es más urgente que arreglar llantas pinchadas y aros torcidos. Es paciente. Exigente. Un hombre con un negocio junto al camino aprende cosas.
"Con la bicicleta no tienes embotellamientos".
Cadenas oxidadas, pedales rotos, pernos y focos estropeados -sabe dónde están, rebuscando en su cobertizo- se amontonan en una caja de aluminio, una llave inglesa, una sierra para metales en la mesa, y cámaras arrugadas, pilas de ellas, colgando de ruedas, y manchas de aceite.
[. . . ] Coge un aro torcido, respirando suavemente, el sol en su barba canosa, sus manos una bitácora de rasguños y cortes, deteniéndose muy rara vez. Hace girar el aro, que baila y se para, doblándose algo más para luego volver a ladearse, casi hipnóticamente, óxido y acero.
"Soy un profesional".
Levanta el aro, estudiando el círculo perfecto que acaba de recuperar...

(Fleishmann, Jeffrey "arreglar lo que pueda en Afganistán." Los Angeles Times, 15 03 2010. 20 de marzo 2010. )

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